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Helio Jonás

~ Castilla arcaica y Cataluña moderna

La España mítica, al desnudo (1.2)
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Dos mitos complementarios han logrado poner en pie interpretaciones erróneas de la historia de España. Una Castilla mística y guerrera, absorta en su propia lucidez, alejada del mundo en transformación, desdeñosa de los avances científicos, recaudadora de la espiritualidad y los sueños harapientos de un imperio olvidado. Frente a esa religión, que sustenta el grito de “Castilla, salva a España” de los seguidores de Onésimo Redondo, se encuentra otro mito, que parece duplicar el anterior con su contrario.

Se trata de la Cataluña moderna, subida al tren del progreso, laica y europea, donde el fascismo es una invasión foránea y el nacional-catolicismo un contagio español. Olvidadas las raíces carlistas del regionalismo, las plegarias catalanistas de los mosenes ultraconservadores con el obispo Torras y Bages a la cabeza, los comités de defensa social y el somatén, las romerías de Montserrat o el Tercio de Requetés del mismo nombre, la única herencia que reciben los jóvenes nacionalistas de hoy es la de una Cataluña que sólo ha basado su identidad en el republicanismo, el sindicalismo revolucionario, el progresismo social, el espíritu laico, la apertura a las corrientes literarias y artísticas europeas.

Por el contrario, en 1908, Menéndez Pelayo veía Barcelona “destinada acaso en los designios de Dios a ser la cabeza y el corazón de la España regenerada” y Gaudí siempre entendió la iglesia de la Sagrada Familia como un templo expiatorio de los pecados de la burguesía y un triunfo de la cristiandad sobre las corrientes anticlericales que atravesaban la gran urbe de la Renaixença. Todo lo anticuado viene de la mesetaria Castilla, los adelantos se deben a la cosmopolita Cataluña. Fue Valentí Almirall, uno de los padres del nacionalismo catalán, quien con su obra Lo catalanisme contribuyó a difundir este mito bicéfalo. Luego vendría Sabino Arana con su veneno y sacaría nuevas y aún peores conclusiones sobre la perfidia y la degeneración de los castellanos.

Cuando después del desastre del 98 un grupo de escritores y pintores, casi todos de la periferia, se preguntó por España, buscó su alma vieja, repleta de otoños, en el árido paisaje de Castilla, convertido en símbolo y mito nacionalista. “Amo tanto a Castilla...los únicos paisajes integrales que ha perpetuado mi paleta..”, diría el guipuzcoano Ignacio Zuloaga. Otra vez Castilla pagaba los platos rotos del Imperio.

Ahora con el estereotipo español, difundido por los artistas, los poetas y los filósofos para consumo de los extranjeros. Hoy la Historia dice que no hubo euforias imperiales en la sociedad castellana y que los procuradores en las Cortes de Castilla no se cansaron de protestar por la política imperialista de Carlos V.
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Créditos
• autor: Fernando García de Cortázar
• artículo: “Castilla arcaica y Cataluña moderna”
• índice: La España mítica, al desnudo. Ocho historiadores revisan ocho episodios legendarios
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